Esta es mi historia

¡Me gustaría muchísimo que leyeras toda mi historia! Así podrás conocerme y entenderás por qué estoy aquí, y por qué quiero, puedo y me ilusiona ayudarte.
Quiero compartirla con el mundo, con la intención de aportar luz y valor a aquellas personas que necesitan hacer un cambio en su vida liberando así sus sueños.

Quiero leer la historia completa

(Tiempo de lectura: 7min.)

Si debo definirme por lo que estudié soy economista, no por pasión sino por elección. Cuando empecé la universidad, en aquel momento de mi vida no tenía ni idea de qué quería hacer con mi futuro profesional. Lo que no me gustaba lo tenía claro, y lo que me interesaba era sólo un poco y a ratitos. Vaya, que el panorama laboral no pintaba nada claro para mí. De hecho, mi primera idea fue ser cirujana plástica, sí créetelo. Pero en casa no lo vieron nada claro, y me dejé convencer para estudiar algo que no me supusiera tantos años de estudio, y así me metería antes al lío profesional. Por supuesto, me conocían bien, y sabían que me costaba mantener mi entereza cuando veía correr la sangre por algún lado (aún me río cuando pienso en ello).

Finalmente me decidí por estudiar Ciencias Empresariales en Girona, y luego continué con Ciencias Económicas en Barcelona.
Pero una cosa es la teoría y otra es la práctica. Así que cuando empecé a trabajar fue cuando fui descubriendo aquello que me gustaba, lo que no me gustaba, qué se me daba bien, qué me interesaba, qué me aportaba más, … Y el destino fue muy generoso conmigo, porque tuve la suerte de conseguir mi primer trabajo en una empresa liderada por una gran persona y un visionario. Y fue así como tuve la oportunidad de conocer las entrañas de la empresa de la mano de sus protagonistas: las personas emprendedoras. Y entonces supe que mi elección fue acertada, porque el mundo de la empresa tiene muchos cajones en los que hurgar, y eso sí me atraía porque siempre he sido curiosa.

Y ahí, constante y feliz, han transcurrido mis 25 años de experiencia profesional hasta ahora, momento en el que me siento muy ilusionada y lista para emprender por mí misma mi propósito en la vida.

Así empezó todo …

El verano de 1996, tras un período de formación y preparación previa, me seleccionaron para abrir una delegación de la empresa en Girona junto con una compañera (y ahora gran amiga): qué reto. Fue muy duro al principio, porque aun siendo nosotras de la zona, costó muchísimo que la gente confiara en una empresa que venía de Barcelona. Además, ni yo ni ella teníamos experiencia profesional ni contactos, así que ya os podéis imaginar. Al poco tiempo de empezar decidieron que dirigiera la delegación, y tuve que poner todo mi empeño y más para conseguir el objetivo. La primera etapa duró alrededor de 3 o 4 años, y fue un camino lento y agotador. Sinceramente, llegué a pensar que no lo conseguiríamos. Pero con el apoyo incondicional de mi compañera y otras personas de la empresa, finalmente conseguimos asentarnos en Girona.

En esta primera etapa aprendí muchísimo a nivel profesional. Fue la puesta en práctica de lo que aprendí en la universidad, y de muchas otras cosas que nadie te explica, pero en un tiempo récord. Me convertí en asesora en las áreas económica y financiera, recursos humanos, comercial, técnica y legal. Tuve que aprender de todo y bien, porque mi trabajo consistía en ayudar a las personas emprendedoras a hacer su plan de negocio para luego poder valorar su viabilidad.
También me convertí en formadora, para poder enseñarles las bases y los conocimientos necesarios para que pudieran gestionar su propia empresa.
Y como delegada territorial, tuve que aprender a diseñar y ejecutar planes y estrategias para poder mantener y hacer crecer la delegación. Puse mucho empeño en la misión comercial, con el objetivo de darnos a conocer y conseguir usuarios, colaboradores y una red de contactos en el ámbito tanto público como privado. Y también en mi misión directiva, para desarrollar el liderazgo y mis competencias personales y profesionales, y así poder crear un equipo de personas comprometidas con nuestro objetivo.

Y con toda esta experiencia, crecí mucho a nivel personal. Aprendí a escuchar, a hablar en público, a adaptarme, a liderar, a empatizar, a conocer qué es el esfuerzo y la recompensa, a trabajar en equipo, a ser creativa, a ser más paciente, más tolerante, más humilde, a gestionar la información, a practicar la perseverancia y la constancia, y a dar músculo a mi autoconfianza y coraje.
Lo que más me costó fue creerme que podía ayudar a los demás, y que yo era capaz de conseguir todo lo que me propusiera. Y eso lo aprendí con el tiempo, gracias a la experiencia y a la confianza que depositaron en mi tanto la empresa como las personas emprendedoras a las que asesoraba, formaba y guiaba.

Con el tiempo fuimos innovando y desarrollando nuevos servicios, siempre con el objetivo de ayudar a esas personas emprendedoras y valientes.
Creamos un departamento específico para ayudarlas con los trámites y las gestiones legales, para poder asesorarlas en el momento en que decidieran iniciar su aventura empresarial. También diseñamos programas formativos con distintos contenidos y duración, orientados y adaptados a sus necesidades en función de su edad, su situación laboral, su objetivo y su experiencia.

Con todo ello fue creciendo también el equipo de personas de la delegación. Y eso supuso un reto en la gestión del equipo. Lo que he aprendido de ello es que cada persona es única, y por ello hay que escucharla y observarla para poder llegar a conocerla. Así es cómo podrás ayudarla a sacar lo mejor de sí misma.

Y así fuimos creciendo y avanzando en todas las direcciones posibles, aprovechando las oportunidades que teníamos a nuestro alcance. Y a medida que íbamos dando, íbamos recibiendo. Con mucha entrega y esfuerzo, con pasión, con ilusión, y con la satisfacción de prestar una ayuda muy necesaria a la sociedad.
Y fueron pasando los años, sin darme apenas cuenta, porque el ritmo era frenético y sólo pensaba en avanzar e ir a más.

Hasta que un día algo hizo un “clic”. Y así de repente, me invadió la necesidad de predicar con el ejemplo, y de convertirme yo también en una de esas personas emprendedoras y valientes.

La verdad es que todo empezó de un modo lento pero constante. Al inicio no lo reconocía porque no me escuchaba (“no tengo tiempo” me decía a mi misma), y por ello no entendía qué estaba sucediendo. Pero sentía que era el principio de un gran cambio. Aunque no imaginaba que fuera el final de este capítulo de mi historia; no era consciente de que ya estaba preparada para escribir el siguiente.
Una parte silenciosa de mi me decía que no debía seguir ahí por más tiempo, pero otra parte más ruidosa me impedía avanzar hacia un nuevo camino. Y me era más fácil hacer caso a esta última parte, y dejarme paralizar por el miedo de dar un paso muy importante en mi vida.
El proceso para asimilar que me supondría un gran cambio me costó un poco, no te voy a mentir. Significaba alejarme de una “familia” que, en mi caso, me había dado la oportunidad de nacer y crecer a nivel profesional. Significaba separarme de las personas que me habían apoyado, acompañado, ayudado, y confiado en mí siempre durante 25 años. Ahora sentía que las traicionaba porque las “abandonaba”.

Pero dicen que después de la tempestad llega la calma. Y entendí que ya había hecho lo más difícil: abrirme al cambio y querer salir de mi zona de confort. Y ese considero que es el gran desafío que tenemos las personas.
Me apetecía muchísimo mirar hacia adentro para tomar las riendas de mi vida, convertirme en la mejor versión de mí y sentirme alineada conmigo misma por asumir ese compromiso en mi vida.
Y una vez tomada la decisión, todo lo demás sabía que se iría ordenando y recolocando a su debido tiempo.

Y con los años me he dado cuenta de que, lo que más me aporta y me hace vibrar, es guiar y transmitir mis conocimientos y mi experiencia a los demás. Y empoderar a las personas emprendedoras animándolas a confiar en ellas mismas, haciéndoles ver todo el potencial que tienen y desconocen.
Porque sé que el miedo paraliza, nos engaña y no nos deja ser proactivos; porque actuamos según los patrones que hemos aprendido o nos han enseñado, y esos nos limitan para poder ser quien realmente queremos ser desde nuestra esencia más pura.

 

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